Experiencia, del latín experientĭa, es el hecho de haber presenciado, sentido o conocido algo. La experiencia es la forma de conocimiento que se produce a partir de estas vivencias u observaciones.
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En concreto, ese vocablo latino se compone de tres partes diferenciadas: el prefijo ex, que es sinónimo de “separación”; la raíz verbal peri-, que puede traducirse como “intentar”, y el sufijo –entia, que equivale a “cualidad de agente”.
Otros usos del término refieren a la práctica prolongada que proporciona la habilidad para hacer algo, al acontecimiento vivido por una persona y al conocimiento general adquirido por las situaciones vividas.
Por ejemplo: “El jefe me preguntó si tenía experiencia en este tipo de asuntos y tuve que contarle la verdad”, “La experiencia ganada en diez años de trabajo fue vital para el éxito”, “El equipo necesita un jugador de experiencia que sea capaz de guiar a los jóvenes”.
Uno de los ámbitos donde tiene mayor protagonismo el término experiencia es en el laboral. Y es que las empresas cuando ponen en marcha procesos de selección de personal apuestan, en la mayoría de las ocasiones, por contratar a aquellos candidatos que tienen una gran experiencia en las áreas que se desea cubrir.
Aquella se podrá demostrar en el currículum a través de los puestos que con anterioridad se hayan ocupado en otras entidades de corte similar. En este sentido, hay que decir que cuando lo que se valora fundamentalmente es la experiencia, son los profesionales que llevan más años trabajando los que tienen prioridad respecto a los más jóvenes que están comenzando su andadura laboral.
El ser humano y algunos animales tienen la capacidad de adquirir conocimientos a partir de la experiencia. Estos conocimientos están vinculados al proceder (saber cómo hacer algo) y a lo empírico. Por lo tanto, es un conocimiento a posteriori (se adquiere tras la experiencia en sí).
La utilidad o el valor de la experiencia dependerán de cada persona. Suele asociarse la experiencia a la madurez o a la edad: a mayor edad, mayor experiencia. Sin embargo, no todas las personas mayores saben capitalizar dicha experiencia y transformarla en conocimientos útiles.
De la misma forma, también el término que nos ocupa se emplea dentro del ámbito de la sexualidad. En este caso, se utiliza para referirse a los conocimientos y habilidades que cualquier persona tiene en ese campo y que ha ido adquiriendo con el paso del tiempo y a través de las distintas relaciones que ha mantenido con una o con varias personas durante aquel.
No obstante, en ese campo se usa de igual modo el vocablo experiencia para referirse a aquellas situaciones que no se habían experimentado nunca y que se llevan a cabo para descubrir nuevos tipos de placer o simplemente para descubrir el sexo en sí. Así, por ejemplo, cuando cualquier joven pierde la virginidad se dice que ha tenido su primera experiencia sexual.
En el lenguaje cotidiano, una experiencia es una circunstancia o un acontecimiento que, por sus características, resulta trascendental o digno de destacar en la vida de una persona: “Haber vivido cinco años en el exterior fue una experiencia muy importante para mí”, “Sufrir un robo es una experiencia traumática para cualquier individuo”
Por ejemplo: “El jefe me preguntó si tenía experiencia en este tipo de asuntos y tuve que contarle la verdad”, “La experiencia ganada en diez años de trabajo fue vital para el éxito”, “El equipo necesita un jugador de experiencia que sea capaz de guiar a los jóvenes”.
Uno de los ámbitos donde tiene mayor protagonismo el término experiencia es en el laboral. Y es que las empresas cuando ponen en marcha procesos de selección de personal apuestan, en la mayoría de las ocasiones, por contratar a aquellos candidatos que tienen una gran experiencia en las áreas que se desea cubrir.
Aquella se podrá demostrar en el currículum a través de los puestos que con anterioridad se hayan ocupado en otras entidades de corte similar. En este sentido, hay que decir que cuando lo que se valora fundamentalmente es la experiencia, son los profesionales que llevan más años trabajando los que tienen prioridad respecto a los más jóvenes que están comenzando su andadura laboral.
El ser humano y algunos animales tienen la capacidad de adquirir conocimientos a partir de la experiencia. Estos conocimientos están vinculados al proceder (saber cómo hacer algo) y a lo empírico. Por lo tanto, es un conocimiento a posteriori (se adquiere tras la experiencia en sí).
La utilidad o el valor de la experiencia dependerán de cada persona. Suele asociarse la experiencia a la madurez o a la edad: a mayor edad, mayor experiencia. Sin embargo, no todas las personas mayores saben capitalizar dicha experiencia y transformarla en conocimientos útiles.
De la misma forma, también el término que nos ocupa se emplea dentro del ámbito de la sexualidad. En este caso, se utiliza para referirse a los conocimientos y habilidades que cualquier persona tiene en ese campo y que ha ido adquiriendo con el paso del tiempo y a través de las distintas relaciones que ha mantenido con una o con varias personas durante aquel.
No obstante, en ese campo se usa de igual modo el vocablo experiencia para referirse a aquellas situaciones que no se habían experimentado nunca y que se llevan a cabo para descubrir nuevos tipos de placer o simplemente para descubrir el sexo en sí. Así, por ejemplo, cuando cualquier joven pierde la virginidad se dice que ha tenido su primera experiencia sexual.
En el lenguaje cotidiano, una experiencia es una circunstancia o un acontecimiento que, por sus características, resulta trascendental o digno de destacar en la vida de una persona: “Haber vivido cinco años en el exterior fue una experiencia muy importante para mí”, “Sufrir un robo es una experiencia traumática para cualquier individuo”